LA INCORRECCIÓN

Publicado: 22-12-2011 en Sin categoría

Estamos demasiado domesticados. Una vez escuché decir a Luis Alberto García que a esta ciudad –y a este país- le hacía falta un poco de escándalo.

 Tengo que admitir que la corrección no es mi fuerte. Siempre he tenido problemas para decir esas cosas –buenos días, cómo sigue de la espalda, felicidades- que hacen felices a suegros y vecinos. Y, desde luego, para caerle simpático a la autoridad.  

 Escoger siempre las palabras, no lanzar opiniones por temor a que sean malinterpretadas, tiene que ver en principio con el respeto y la delicadeza. Genial, pero la línea que separa delicadeza y respeto del apocamiento y la hipocresía no es fija ni clara. No digo que tengamos que ser anarquistas o delincuentes, brutales o maleducados, pero necesitamos la transgresión. Quien transgrede cree en algo; todo uniforme es un camuflaje, y el que dice que no se resuelve nada con alzar la voz o ser diferente opta por la pasividad y la fuga.

 A mucha gente la rebeldía y la fe en que hay que enfrentar la injusticia le duran lo que dura su adolescencia. En Cuba, la convicción de que este país no tiene arreglo lleva a que la gente mire la protesta como un suicidio y prefigure con cierto gozo el escarmiento del atrevido. Si alguien se queja, lo mismo en una cola que en una oficina estatal o en plena calle, es muy raro que otro levante la voz para secundarlo. A mi modo de ver, se trata menos de miedo que de nihilismo: no creer en nada es la nueva corrección, el nuevo deber ser. El sucedáneo de la rebeldía es, entonces, el enfrentamiento horizontal; de ahí la hostilidad e incluso la violencia que se sienten en la calle, que marcan en estos años nuestro nicho ecológico.

 En el mundo de hoy el café, las carnes rojas y las revoluciones son incorrectas. Para el buen ciudadano, transgredir los modelos de belleza o el estilo de vida al uso cae en el mismo saco que los crímenes más abominables. Dicho de otra manera, es tan inapropiado asesinar como no hacer ejercicios, ser racista como ser gordo. No importa tanto lo que piensas si encuentras una manera inocua de decirlo; más o menos como en ese libro, Cuentos infantiles políticamente correctos, de James Finn: no se puede hablar de enanos, princesas o caldereros pobres, sino de hombrecillos verticalmente limitados y ciudadanos económicamente desfavorecidos.

 Me gusta una ciudad con personajes, con gente pintoresca. Me gusta la provocación.

comentarios
  1. […] del Llano, en su blog. Publicado enEn Cuba,La cita del día 0 respuestas […]

  2. mas tarde que nunca dice:

    Barbaro, estoy completamente de acuerdo con todo lo que has dicho en el cuarto parrafo. La verdad es que nunca lo habia visto de esa manera.

  3. Hace 20 años que no estoy entre los vivos de la Isla. Sin embargo, ese sentimiento de Nihilismo Colectivo lo sentí con intensidad desde principio de los 90’s. El no creer en nadie ni nada, el «sálvase-el-que-pueda», el seguir hacia delante sin mirar a quien dejamos o aplastamos, es parte de la filosofía que dejé atrás hace dos décadas ya.

    Los deportistas y artistas antes no se quedaban en el extranjero al ritmo que lo hacen ahora. Quedaba todavía en los 80’s un sentimiento de pertenencia, un honor por una identidad -perdida hoy- que nos ataba al caimán verde. Sin en tiempos de Martí el mayor castigo era el destierro, hoy en día es la bendición que la gran masa juvenil busca como solución inmediata a sus acuciantes problemas. El ser cubano ha devenido en una categoría inferior de ciudadano, donde ser extranjero o cubañol es sentirse con derechos ciudadanos.

    La nueva religión es no creer en nada porque se ha perdido la fe en todo.
    .

  4. Gabriel dice:

    Pues un buen día los cubanos se convencerán de que este país si tiene arreglo.

    Ese día saldrán a la calle a armar escándalo, y las cosas se terminarán por arreglar cambiando a quienes se empeñan en que todo siga igual.

    Puede suceder en cualquier momento. Ahora mismo estamos esperando a la famosa reforma migratoria que no acaba de salir. Pero como no salga, la frustración creo que va a hacer que por fin los cubanos salgan a la calle a protestar.

    • Gabriel:

      Esa esperanza la compartimos todos. Pero no creo que ocurra en una fecha cercana. Aún queda mucho camino por andar. Primero, tiene que desaparecer la dictadura, después vendrán cambios constitucionales y un nuevo gobierno elegido democráticamente, así como transformaciones económicas, y, por último, en un proceso largo y lento, la retoma de conciencia de nuestra identidad, el rescate de nuestros valores, el respecto por nuestra historia y tradiciones. Inclusive, de nuestra lengua, tan maltratada en estos tiempos.

  5. 26 dic 2011 dice:

    […] LA INCORRECCIÓN […]

  6. Juan Fernández dice:

    Eduardo: Me gusta el cuarto y quinto párrafo se ve como se te está aclarando la mente, pero si quieres seguir llendo y viniendo no te pases mucho más pues te conviertes en un «compañero con ciertos enfoques que dañan la imagen de la irrealidad» y éstos que te evalúan así, valores no tienen, pero si el poder para soltarte los perros.
    Saludos

  7. Un tocayo dice:

    Me parece que estás un poco errado o que el afán de mostrarte crítico, contestatario y contrario al sistema y a la Revolución llevaron tu relato por caminos de lo falso. Para nada creo que Cuba y La Habana como su mejor vitrina sea una ciudad domesticada. Al contrario, le siguen sobrando escándalos, desde los agradables hasta los estúpido como los de Porno para Ricardo; y personajes pintorescos seguimos teniendo al por mayor. Que tu postura ideológica y tu enfrentamiento al sistema no te lleven por el camino de la tergiversación. A pesar de las diferencias políticas me agrada lo que publicas.

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